martes, 19 de mayo de 2009

"La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida" José Martí

Cuba no ha dejado morir a Martí

Yenia Silva Correa

José Martí ha tenido un privilegio que toca a pocos: es tan grande su obra que no lo ha dejado morir. La trascendencia de su pensamiento y la vigencia de su prédica se palpan en la sociedad que construye Cuba para sus ciudadanos, un modelo social que contrasta ante un mundo capitalista que el Héroe Nacional lo definió monstruoso y que hoy es cada día más salvaje.

Fiel heredero del ideario martiano, el pueblo cubano ha hecho de su unidad en torno al Partido, a Fidel y a Raúl, el arma principal de la Revolución. En la foto, momento del desfile el 1º de Mayo frente al Monumento al Apóstol en la Plaza de la Revolución que lleva su nombre.
Fiel heredero del ideario martiano, el pueblo cubano ha hecho de su unidad en torno al
Partido, a Fidel y a Raúl, el arma principal de la Revolución. En la foto, momento del desfile el 1º de Mayo frente al Monumento al Apóstol en la Plaza de la Revolución que lleva su nombre.

Apenas comenzaba la Guerra de 1895 y ya el 19 de mayo la revolución perdía a su principal figura y organizador desde la emigración, que reunía en su proceder y su verbo el punto culminante del pensamiento revolucionario cubano del siglo XIX.

Luego de su caída y de tres años de combates contra la decadente metrópoli española, no sobrevino la República de justicia y equidad a la que tantos desvelos y sacrificios dedicó nuestro Héroe Nacional en el exilio. El triunfo de los mambises se desvaneció en las trampas oportunamente colocadas por Estados Unidos.

Recién inaugurada la pseudo república, en un ambiente constitucional sin independencia, se reconoce la necesidad de continuar la misión inacabada de Martí para obtener la soberanía arrebatada. "Si no volvemos a practicar las doctrinas y a observar los métodos del Apóstol, su obra quedará incumplida." Lo decía Juan Gualberto Gómez a inicios del siglo XX y sus palabras no fueron letra muerta.

Cuando la sucesión de los años desplazó a la generación que conoció al Maestro y luchó junto a él por Cuba, otros se vieron identificados con su pensamiento independentista y revolucionario.

En la segunda década de la pasada centuria, figuras de vanguardia como Rubén Martínez Villena y Julio Antonio Mella, retoman de Martí —en las condiciones sociales y políticas de su tiempo—, concepciones como la necesidad de fundar un partido para dirigir y unir, y de mantener el eterno vínculo con la clase trabajadora, fuerza motriz de la revolución.

Seguían la ruta de Martí, la misma que fundó el Partido Revolucionario Cubano y aglutinó a los emigrados cubanos de Tampa y Cayo Hueso en pos de la causa independentista.

Fue el antiimperialismo el que caracterizó la continuidad del legado martiano. Su visión anticipada de los hechos había advertido sobre las intenciones de Estados Unidos hacia Cuba y América Latina y el tiempo le dio la razón. La nueva potencia americana basó su poder político en el hemisferio en la dominación económica.

Cuando más evidente se hizo el carácter imperialista de la política estadounidense hacia la Mayor de las Antillas, más voces cubanos se alzaron denunciando la ingerencia y humillación que imponía la nación del Norte; mayor vigencia tuvieron los discursos y ensayos que Martí pronunció y escribió desde Estados Unidos anticipando el peligro que representarían para Cuba y América Latina.

Si bien el pensamiento revolucionario, antiimperialista e independentista de nuestro más grande pensador tuvo repercusión en el accionar y el pronunciamiento de importantes figuras de los primeros años del siglo XX, no fue hasta la década del ‘50 que toda una generación se adueña de su ideario, decidida a materializar por la vía de las armas, la única posible, la revolución antes frustrada por inexperiencias y yerros.

Nuevamente, como en los tiempos del Maestro, se preparó en secreto una expedición a Cuba, se unieron todas las fuerzas en torno a un objetivo común y comenzó la lucha por el oriente del país, solo que esta vez se logró la victoria.

Así como en José Martí se sintetiza lo más elevado del pensamiento revolucionario cubano del siglo XIX, conjugando el ideal libertario con una visión humanista y latinoamericanista, así a partir de 1959 nace en Cuba una nueva sociedad, basada en principios fundamentales de su ideario.

Es desde entonces que el legado del Héroe Nacional alcanza su mayor dimensión. La dignidad plena del hombre y el humanismo, unidos al antiimperialismo y el latinoamericanismo, son valores que defiende la Revolución cubana, heredados de la ética martiana.

Por eso Martí no vive y muere en su tiempo. Se renueva en cada circunstancia, en cada nueva batalla, para convertirse en guía y plataforma de una nación que ha sabido ser consecuente con su historia.



YO SOY UN HOMBRE SINCERO...

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros,
Volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.

Rápida, como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo(*),
Cuando ella me dijo adiós(**).

Temblé una vez —en la reja,
A la entrada de la viña,—
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca:—cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcalde llorando.

Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro,—es
Que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La vibora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto.
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.

(*) El padre de Martí quien murió el 9 de marzo de 1887, en Cuba.

(**) Se refiere a la despedida de María Cristina Granados, "La niña de Guatemala".

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