viernes, 6 de abril de 2012

Eutanasia: un acto de amor

Eutanasia, para la catedrática Marina Gascón Abellán,  consiste en provocar la muerte de otro por su bien, lo cual conduce necesariamente a acotar las circunstancias y supuestos (mayoritariamente ligados al contexto médico-asistencial) que dan sentido a esta actuación humanitaria, piadosa y compasiva. Para Gascón el elemento central que define la eutanasia no es la concurrencia o ausencia del consentimiento del sujeto que muere, ni la modalidad activa u omisiva de la conducta que provoca la muerte, sino los móviles que la animan.  El término eutanasia proviene del griego ευ (eu - buena) y θανατ (thanatos - muerte) y se refería originalmente al acto de poner fin a la vida de otra persona para evitarle la agonía. Su uso ha evolucionado y puede definirse actualmente como el acto, practicado por acción u omisión, que tiene como fin provocar la muerte de un individuo que sufre de una enfermedad incurable que le causa un sufrimiento físico y/o mental intolerable.  

Hoy día, el aumento de la esperanza de vida y los avances de la medicina conllevan igualmente un incremento de la importancia de la decisión médica dentro del fallecimiento de una persona. En efecto, la muerte de una persona puede deberse a decisiones médicas que van desde la interrupción del tratamiento médico hasta la inyección de sustancias letales, pasando por la suspensión de la nutrición y la hidratación o la administración de dosis importantes de sedativos que además de aliviar al enfermo aceleran su muerte. Estos distintos escenarios dan lugar a diversas clasificaciones de la eutanasia en función de distintos criterios.


Señalan los medios que, mientras en Holanda abrieron un centro que ofrecerá servicios de muerte asistida a domicilio a los pacientes terminales, el tema en Venezuela sigue escandalizando a muchos: atmósfera que va rezagando la discusión y por ende un nuevo basamento jurídico al respecto. Solo en escenarios irreversibles, donde haya muerte cerebral, agotamiento de los procedimientos médicos y autorización de familiares cercanos se pudiera concretar sin miedo a represalias una medida que ponga fin a la permanencia en la Tierra de un venezolano o venezolana.  Aún cuando todas estas condiciones estén presentes, nunca será para el ejecutante una tarea sencilla, pues estaría actuando en contra de su principio de formación. Ahora bien, las ocasiones en que surgen pacientes con notable deterioro físico y motor casi siempre se convierten en historias familiares por lo que diversas esferas entran en un juego inicialmente de doctores.

El caso de Camila y su familia así como otros que han conmovido al mundo no terminan de hacernos despertar ante la indefensión del hombre frente a su propia naturaleza y donde lo importante no es la cantidad, sino la calidad y donde lo urgente no es el futuro, sino el presente sino con felicidad si en calma y en paz. Si aun no se cuenta medicamente con las respuestas la obligación no es la de vivir sino la de ser feliz y eso pasa por hacer exactamente lo que se quiere y no lo que se imponga según los distintos criterios. El paciente tiene la respuesta y en ultima instancia en caso contrario la familia que es la mas afectada en cuanto a cuidados y a preocupaciones se refiere. Es mi opinión.