martes, 26 de enero de 2021

La vida en Pandemia

No está fácil para algunos, y es que fueron 180 grados. Un viraje completo que nos agarró desprevenidos. Algunos luchan por mantener el estado anterior de las cosas, y hasta sacan algún provecho de ello. La verdad es que nada será igual otra vez.  Hay gente que se fue para no regresar, ya no es un lujo mostrar lo bien que la estás pasando, sino que demuestra tu falta de empatía y solidaridad con los millones que sufren. Salud física y salud mental son ahora tus prioridades. Cuando se pierde cualquiera de las dos, el desequilibrio interno se hace presente, y si a eso le sumas el desequilibrio externo ya existente, te quedas como perdido, como colgado, esperando que algo suceda.

Ciertamente, la pandemia no afectó a toda la gente en la misma medida, lo cual demuestra que la desigualdad siempre existió, que era mentira la pose de equidad, de asistencia para los más pobres, porque cuando la necesidad se hace presente unos sacan de sus ahorros en lo que tu quieras, pero ahorros al fin; mientras que otros recurren a la beneficencia de un Estado desdibujado, sin preparación para atender primero la pandemia y segundo la gran crisis económica y social que viene junto a ella. Dos sociedades conviven en este momento, cualquier película de ficción.

Supongo que muchos ya hicieron este análisis y sacaron esta cuenta, yo no la había hecho, siempre llego como tarde. Llegar tarde significa que estás retraído pensando en otras cosas. Sí, yo he estado muchos años pensando cómo ayudar a mi hijo, cómo sacarlo de ese estado, hasta que llegué a la aceptación. Escribí un libro de esta batalla, la cual finalmente perdí. Creo que en ese caso no es aceptación, la palabra que cabe, aunque duela, es derrota. Me venció la esquizofrenia y la Olanzapina demostró que sin tener nada a su favor era suya la victoria.    

Si hay algo  que me enseñó esta situación es la necesidad de ser honesto con uno mismo. Siempre he sido una persona solitaria y sola, por motivos que no vienen al caso. Resulta que en este momento lo más importante, para las personas que no tienen esa protección en ahorros, es una red de amigos y conocidos que quieran apoyarte. Publiqué el libro de mi hijo como una súplica hace muchos años, nunca tuve una respuesta positiva. A la gente no le gusta la desgracia, piensan que es contagiosa. Hasta los algoritmos de Google huyen de esto. 

Nunca tuve muy claro el ¿Qué? saben  de las cinco peguntas básicas que te enseñan para triunfar, por eso siempre tomaba la decisión equivocada y llegaba tarde a la correcta. Los amigos ayudan mucho a ser asertivos porque sus historias nos facilitan el camino. Ese era el objetivo del libro contarle a la gente que sí y que no de esa enfermedad tan terrible. Ese grado de rechazo no se debe a la enfermedad, sino a la falta de un pronóstico positivo. No tiene cura.