sábado, 29 de octubre de 2016

Poliarquía

Un Modelo de Poliarquía basado en la Participación Ciudadana

Las democracias actuales no pueden ser consideradas auténticas democracias en el sentido literal de “gobierno del pueblo”.  Según Dahl (1989), la democracia exige una serie de requisitos en cuanto a participación efectiva, comprensión e información de los asuntos públicos, capacidad de influir en la agenda y consideración de todo tipo de intereses ciudadanos que no suelen cumplirse.
Dahl establece el concepto de poliarquías para definir a las democracias occidentales, caracterizadas por tener cargos públicos elegidos, elecciones libres, libertad de expresión y de asociación, es decir: los requisitos formales de una democracia, pero no son auténticas democracias. En por ello que se hace necesario seguir avanzando hacia un modelo de democracia en el que la participación efectiva de los ciudadanos en la toma de decisiones se amplíe a costa de las élites dominantes, incluidos los partidos políticos.
Esta ciudadanía incompleta requiere cargos electivos para el control de las decisiones políticas, elecciones libres periódicas e imparciales, sufragio inclusivo, derecho a ocupar cargos públicos en el gobierno, libertad de expresión, existencia y protección por la ley de variedad de fuentes de información y derecho a construir y participar en asociaciones u organizaciones autónomas.
En este marco, si se entiende por participación al proceso de intervención de individuos, grupos y asociaciones, como sujetos y actores, en las decisiones y acciones que los afectan a ellos y a su entorno; y por ciudadanía la reivindicación de un sujeto de derechos y responsabilidades frente a un determinado poder, la Participación Ciudadana representa la intervención de los integrantes de la sociedad en actividades públicas como portadores de intereses sociales. (Sanhueza, 2004)
Asimismo, si se entiende por Gestión Pública la manera de organizar la asignación y utilización de los recursos humanos, normativos, económico-financieros, tecnológicos y físicos para el cumplimiento de los objetivos y actividades del Estado, la Participación Ciudadana en la Gestión Pública se refiere al rol del ciudadano como copartícipe y como destinatario de las decisiones y gestiones asociadas a la planificación, presupuesto, ejecución, control y evaluación de acciones públicas, y este rol se entiende como un derecho ciudadano.
Por lo tanto, la participación de la ciudadanía en la gestión pública contribuye a una reformulación de “lo público”, propiciando conquistas de la Sociedad Civil en dominios anteriormente reservados al Estado o al mercado, pudiendo contribuir a corregir fallas de uno o del otro, así como a construir y reconstruir instituciones para la paulatina y equitativa organización de los intereses de la sociedad.
La Participación Ciudadana no es un proceso que se genera de manera espontánea, sino que requiere: (a) un sector público con disposición hacia la apertura, que difunda la información y establezca espacios y mecanismos para acoger y canalizar las preocupaciones, necesidades y propuestas de la ciudadanía, (b) una ciudadanía que se involucre en las cuestiones públicas, con organizaciones que representen toda su diversidad, (c) actitudes, disposiciones, espacios y herramientas que contribuyan a que los derechos y deberes establecidos sean efectivamente reconocidos y ejercidos, (d) legitimación de procesos en marcha y articulación de las ideas y del conocimiento existente, y (e) efectivos procesos de diseño, organización, coordinación, dirección, seguimiento, control y evaluación de la participación.
De acuerdo a Sanhueza (2004), los procesos para el ejercicio del derecho activo a la Participación Ciudadana en la gestión pública deberían reunir las siguientes características: (a) reconocimiento, respeto y empatía por el otro: ello implica aceptar que sobre cada tema existen diversas percepciones, valoraciones e intereses legítimos y estar dispuesto a ponerse en el lugar del otro, a incorporar nuevas perspectivas, a buscar intereses compartidos, y a abrirse al cambio y a lo nuevo; (b) orientación a resultados: las personas y las instituciones necesitan razones y objetivos claros para participar en la gestión pública; (c) inclusión: deben participar del proceso todas aquellas personas, grupos y organizaciones con interés significativo en el asunto y que puedan ser afectados positiva o negativamente por los resultados.

Referencias Bibliográficas

Dahl, R. (1989). La poliarquía. Disponible: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/cpuno/asoc/profesores/lecturas/dahl2.pdf
Sanhueza, A. (2004). Participación ciudadana en la gestión pública. Corporación Participa. Santiago. Disponible: http://www.participa.cl/wp-content/uploads/2007/10/participacion-ciudadana-en-la-gestion-publica.pdf



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