sábado, 29 de octubre de 2016

La democracia de Sartori

¿Qué es Democracia? Giovanni Sartori

Introducción
Un problema para la democracia es el hecho de que pueda tener varios significados al mismo tiempo e ideas erróneas sobre la misma la hacen funcionar mal.  A menos que se definan claramente esas palabras y se llegue a un acuerdo sobre las definiciones, la gente vivirá en una enredada confusión de ideas.
De esta forma, definir la democracia es importante porque establece qué se espera de ella. Si se define de forma "irreal", nunca se encontraran "realidades democráticas". Si no se le sitúa en el plano correcto, no podrá describirse, comprenderse y mejorarse; por el contrario se corre el riesgo de que se desdibuje de manera incomprensible, violentando inclusive los derechos individuales de todos los que de ella participan.

La importancia de la definición
Para Giovanni Sartori el principal problema procede de la definición de democracia, la oposición entre el deber ser (democracia prescriptiva) y el ser (democracia descriptiva), pues existe la diferencia entre la realidad conocida y el ideal que transmite su significado, el gobierno del pueblo. Se debe superar esta distinción mostrando que toda descripción trata de una realidad que es un intento de cumplir con un ideal.
La palabra democracia siempre ha indicado una entidad política, una forma de Estado y de gobierno; y ésa sigue siendo la acepción primaria del término; sin embargo al escudriñar en la teoría y la práctica y entre el es y el deber ser, la situación se vuelva más compleja  y requiere de un estudio mayor.

Las trampas del discurso democrático
Según Sartori existen tres trampas simplistas básicas en las que puede incurrir el discurso democrático errado. El primer engaño es el terminológico, que se alimenta de la discusión del significado de la palabra democracia, igual a “poder del pueblo”. El segundo simplismo es el realístico, al señalar que lo único importante es lo real y que no cuenta lo ideal. El tercer engaño es el perfeccionista, que viene a ser el idealismo negativo, al no considerar la diferencia entre lo ideal y lo real y que existen errores que se deben reconocer para poder corregir.

Democracia social, económica y política
La democracia social consiste en la igualdad de condiciones, existe un espíritu igualitario que se refleja en la inexistencia de estamentos sociales. La democracia económica es entendida por Sartori como la introducción de la democracia en el mundo laboral, en la organización y gestión del trabajo. Sin el marco político democrático (que es en esencia la democracia) no puede haber ni democracia social ni democracia económica.
Por otra parte, si la democracia no se da en el sistema político, las pequeñas democracias sociales y económicas corren el riesgo de ser destruidas. Por ello "democracia" sin calificativos quiere decir democracia política. La diferencia entre esta democracia y las demás es que la democracia política es dominante y condicionante; las demás son subordinadas y condicionadas. Si falta la democracia mayor, faltan las democracias menores. Lo que explica por qué la democracia ha sido siempre un concepto preeminentemente desarrollado y teorizado en el contexto del sistema político.

Conclusión
La democracia deberá ser una forma de gobierno que garantice el equilibrio entre quienes forman la mayoría y la minoría generándose un verdadero consenso que no suprima a las minorías, pues de suprimirlas violaría los derechos individuales de un grupo determinado.
Sartori subordina todas las democracias no políticas (económica y social) a la democracia política, dado que ésta es la sola soberana, y por lo tanto un requisito para la existencia del resto de democracias. Sólo existe un marco democrático; sin embargo, existen dentro de ese marco, distintos modos de entender la democracia.

Referencia Bibliográfica

Sartori, G. (2007). ¿Qué es la Democracia? Taurus: Madrid.



Participación efectiva

La participación solo será efectiva si se concibe como un proceso educativo permanente, ya que para que la población sea consciente de sus problemas y de las características que definen su situación y además sea capaz de comprometerse con los procesos de cambio que originarán mejoras en su calidad de vida, es imprescindible que adquieran capacidades para ampliar sus espacios de actuación, de tal forma que se encuentren mejor preparados para dirigir dichos cambios. 

Desde el punto de vista del Estado, desarrollar políticas públicas activas en materia de Participación Social, particularmente a través de la educación respecto de los beneficios que esto trae en términos de ampliación y consolidación de la democracia como sistema político, es una manera de promover como efecto colateral las demandas de Participación Ciudadana legítima en la gestión pública, y a través de ello, una clara apuesta a aumentar en cantidad y calidad este tipo específico de participación. 

El tema de la participación es amplio y complejo: Cunill (2003), establece una clasificación de la participación, basada en la relación de los individuos con el Estado, distinguiendo entre: (a) participación social, (b) comunitaria, (c) política, y (d) ciudadana. La participación social se refiere a los fenómenos de agrupación de los individuos en organizaciones de la Sociedad Civil para la defensa de sus intereses sociales. Supone la pertenencia a una organización en la cual los individuos se relacionan no con el Estado sino con otras instituciones sociales. 

La participación comunitaria se relaciona directamente con el Desarrollo Comunitario, cuya intencionalidad va dirigida a fomentar la iniciativa de los propios individuos respecto de la solución de sus problemas y eventualmente orientar su acción hacia los objetivos de desarrollo previstos en los planes. La participación política es entendida como la intervención de los ciudadanos básicamente a través de los partidos políticos, parlamentos, concejos municipales y cualquier otro órgano que represente los intereses globales de una comunidad.


martes, 10 de noviembre de 2015

De la participación a la corresponsabilidad

(*) Ana María Maraboli


La gerencia de la Administración Pública ejemplifica perfectamente el significado de la complejidad.   En este sentido, resulta imprescindible la contextualización debido a que no es posible desvincular la Administración Pública, brazo ejecutor del Estado,  de las decisiones de una Sociedad Civil que le da origen y lo delimita. Mientras mayor sea la participación de esta sociedad, mayores serán los niveles de eficiencia, eficacia y efectividad de la Administración Pública.

La importancia y la relevancia de la participación, ya no se discute,  lo que se encuentra en desarrollo permanente son los mejores estrategias para incentivarla y mantenerla en el tiempo. Una de esas vías es la rendición de cuentas  que por un lado le da transparencia al cumplimiento de objetivos y metas, y por otro lado, coloca de manifiesto la forma como se cumplieron dichos objetivos, evitando todas las formas de corrupción por acción y omisión, previstas en la Ley.


Del lado del Estado, poder y responsabilidad son caras de una misma moneda; desde la perspectiva de la sociedad, participación y corresponsabilidad se concentran de manera indivisible en torno a un punto común representado por el beneficio colectivo y la satisfacción de las necesidades de la población. La corresponsabilidad significa que el ciudadano es capaz de reconocerse a sí mismo como autor de sus acciones y que está dispuesto a cargar con las consecuencias de esa libertad. Constitucionalmente se encuentran plasmadas las características de la Administración Pública fundamentada en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad en el ejercicio de la función pública.


La misma Carta Magna estipula el derecho a la participación ciudadana, teniendo la posibilidad de intervenir en la toma de decisiones en los distintos órganos y entes del Poder Público en sus distintos ámbitos de actuación. De esta manera la Gerencia Participativa, con un alto componente de sensibilidad social, que exige la incorporación de nuevos actores en el proceso de gestión, representa el punto de partida de un nuevo modelo de Administración Pública.


Existen, sin embargo, condiciones indispensables para que pueda predominar un modelo de Gerencia Participativa entre ellas se encuentran: (a) que  exista participación, (b) que exista compromiso, (c) que exista sentido de solidaridad, (d) que la justicia social sea el valor central, y  (e) que exista un solo liderazgo. De forma conjunta, se requiere la formación de valores como: entusiasmo, lealtad,  honestidad,  desinhibición, compartir ideas y conocimientos,  solidaridad, y  conformidad y paz.


Ante los complejos retos de la actualidad y la incertidumbre propia del futuro, la Administración Pública, al igual que el resto de las organizaciones, se encuentra en proceso de cambio; de la preparación para participar e intervenir en la toma de decisiones que tenga la Sociedad Civil y los distintos sectores que la conforman, depende la velocidad y dirección de este proceso, así como sus resultados. Después de todo la Administración Pública es solo el reflejo de las voluntades de los ciudadanos que le dieron el poder para representarlos.



jueves, 7 de agosto de 2014

¿Por qué se perdió la participación?

La democracia de este siglo, especialmente la venezolana, tenia una singularidad se auto denominaba protagónica y participativa. Se creó y se promulgó, el margo legal que le diera forma y fondo a estas dos características. Se dispusieron de los recursos necesarios para sacar adelante el proceso bajo estas premisas. Al cabo de de siete años, un rotundo fracaso. 

Entiendo que los analistas en su mayoría opinan que la idea es el cambio gubernamental, una vez terminado este período, y un viraje nuevamente a la situación económica y social del país. Sin embargo, pocos van al fondo de este asunto, y es que  todos somos culpables por acción o por omisión de nuestra situación actual, permeada de corrupción y anarquía administrativa. 

Fuimos permisivos cuando dejamos que nuestros cociudadanos hicieran uso de nuestra voz en sesiones comunales, fuimos permisivos cuando los dejamos manejar los recursos que le pertenecían a toda la comunidad, sin presentar una simple y rasa rendición de cuentas, y fuimos todavía mas permisivos cuando al enterarnos de uno que otro desliz financiero, no hicimos las denuncias respectivas porque se trataba de un familiar o un vecino.

Efectivamente se le dio poder al pueblo, pero el pueblo no supo que hacer con ese poder, salvo inventar e innovar nuevas y mejores formas de desfalcar al Estado. No digo que el Estado no haya sido culpable, porque por el contrario lo fue. Fue culpable cuando colocó en puestos de poder a personas sin formación académica, ni compromiso ideológico (en este país habían personas con este perfil); fue culpable cuando no le dio seguimiento a los recursos otorgados y acompañamiento a las nuevas formas comunales que iban surgiendo producto de su quehacer; y fue, aun más culpable, cuando habiendo detectado irregularidades, no otorgó la sanción correspondiente.

No me queda ninguna duda de que este proceso así concebido, con miras a fortalecer la participación y la corresponsabilidad social mediante la promoción de la participación ciudadana, se perdió; sin embargo, esto no pasó por fallas en el modelo, el modelo de Gestión Participativa sirve, sino por la profunda herencia cultural de nuestro pueblo la cual debe ser revisada, analizada y corregida antes de volver a otorgarle el poder al pueblo para manejar su destino.