Los
acuerdos establecidos entre los partidos políticos para asegurar la
sobrevivencia de la naciente democracia, y por consiguiente de esos mismos
partidos que los suscribieron, se expresaron en un documento conocido en lo
adelante como Pacto de Punto Fijo,
mediante el cual se consagró
la regla de los tres partidos
políticos (AD, Copei y URD); pero simultáneamente se desarrolló, un sistema no
escrito, que incluía la consulta para las decisiones fundamentales a la Iglesia
católica a través de su más alta jerarquía; a las Fuerzas Armadas a través del
Alto Mando Militar; a los trabajadores a través de la CTV; y al empresariado a
través de Fedecámaras. (Jiménez, 2013).
En síntesis estaba constituido por un complejo sistema de
negociación y acomodación de intereses heterogéneos en el que los mecanismos de
tipo utilitario iban a jugar un papel central en la generación de apoyo al
régimen y en el mantenimiento del mismo. De esta forma se neutralizaba por
medio de la negociación algunos posibles focos de conflicto. (Bracamonte, 2015)
Con el paso del tiempo, los acuerdos se convirtieron en
conducta corriente, en procedimientos institucionalizados que irían fundando un
orden político particularmente puntofijista. En primer lugar, se ubica la
promesa en la distribución del petróleo como expresión material de la
democracia y de la justicia social. La peculiaridad del caso venezolano se
fundamenta en la repartición de los recursos generados por la economía de extracción
petrolera y cada sector se esfuerza por capturar alguna porción de la renta
petrolera esparcida incluso a través de formas clientelares por un petro-estado.
A partir de esta concepción, asumir el poder u ocupar
cargos de responsabilidad en la estructura del Estado era el comienzo de un
proceso lógico de acumulación de grandes cantidades de dinero. Para ello se
contaba con la protección, o en todo caso la complicidad, del entorno políticamente
cercano. En otro aspecto, la represión fue practicada de forma sistemática contra
quienes estaban fuera del sistema de partidos, o encarnaban propuestas que
apuntaban a redimensionar o trascender los supuestos políticos e ideológicos de
la llamada democracia representativa.
La celebración del Pacto de Punto Fijo estuvo destinada a
excluir a otros factores fundamentales en la vida nacional del momento, como el
Partido Comunista de Venezuela, que particularmente había trabajado por la
unidad de las fuerzas democráticas en los duros años de la clandestinidad. Esta
idea de un país próspero con una riqueza fácil, impidió la conformación de la crítica
que presentara los peligros que comenzaban a estar latentes y que más adelante contribuirían
a socavar las bases del proyecto puntofijista.
En todo caso esta prosperidad
igualmente tendría sus límites, ya que amplias franjas de la
población quedaron excluidas de la repartición de dinero. Por otro lado, se
presenta el progresivo fortalecimiento del bipartidismo como el exclusivo
mediador entre el Estado y las demandas de algunos sectores. El partido se
constituyó en la vía más rápida a través de la cual se podía lograr algún cargo
en la administración pública.
En el ámbito económico, se presentan sucesos como el del
18-02-1983, el llamado “viernes negro”: una fuga inusual de divisas, un déficit
en la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que propició una alarma
motivada al nivel que habían alcanzado las reservas internas, condujo a que el
gobierno suspendiera la venta de divisas y devaluara el bolívar en un 30%, hasta
establecer el control de cambios diferenciales.
Si bien la medida del gobierno
fue terminante, producto de la retirada de divisas que ya alcanzaban ocho mil millones
de dólares, esto no era un fenómeno repentino; desde mediados de 1982 al país
le estaba afectando una fuga de capitales importante. Para el momento en que
esto ocurre el Estado estaba debilitado por la creciente deuda externa y el
quebranto de la economía. Se terminaba el sueño que había colocado al país y a
su moneda fuerte entre las naciones ricas y selectas del planeta.
De esta manera, la crisis política y las dificultades
económicas contravenían el contenido de una democracia que había conquistado su
legitimidad en su carácter redistributivo y potenciaron las protestas populares
ocurridas en el escenario social, sobre todo en la década de los noventa. Y
vienen el Plan de ajuste macroeconómico una oposición social a la que incluso
se sumarían porciones de su partido, Acción Democrática, fracciones de la
burguesía nacional, algunos medios de comunicación y sectores de la Iglesia católica.
Pero la respuesta más espectacular a la crisis socioeconómica que atravesaba el
país desde hacía años fueron las jornadas de protestas nacionales que se
desencadenaron el 27 de febrero de 1989, a pocos días de los anuncios referidos
al Gran Viraje y a los
diversos compromisos contraídos por el gobierno entrante con el Fondo Monetario
Internacional.
Luego de efectuarse dos
rebeliones militares, las dificultades que hasta el momento habían tenido expresión
en la sociedad, ahora se trasladaban hacia el centro de una de las
instituciones más fundamentales para la continuidad de la democracia liberal de
partidos, las Fuerzas Armadas Nacionales. Este es el escenario para 1993 se
asistía al declive de la democracia de Punto Fijo, pero existía una gran incertidumbre
en relación con el escenario político que vendría.
Referencias
Bibliográficas
Bracamonte,
L (2015). El declive de la democracia
liberal de partidos en Venezuela (1974-2001). Disponible: http://www.celarg.org.ve/Espanol/Bracamonte%20WEB.pdf
Jiménez,
A. (2013) El declive de los partidos políticos. Disponible: http://prensa.ula.ve/2013/02/05/venezuela-vive-el-fenomeno-de-la-anti-politica-ante-el-rechazo-a-los-partidos-politicos-y-a-los-politicos-mismos
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